lunes, 12 de marzo de 2012

Ángel González

Llevo un cura dentro de mí que me echa enormes riñas cada vez que soy feliz o hago pequeños disparates. Todavía está allí, muy activo, pero trato de no oír sus regañinas y sus admoniciones.




Ahí está ese cura antipático, malhumorado y gruñón, siempre echándome en cara mis fallos.

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